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jueves, 7 de mayo de 2015

ANECDOTA EN C.T.J.



Salud Familiar….y el “almohadoncito”

                    Esta anécdota va a llevar los nombres de algunos de los protagonistas, al menos los que yo recuerdo participaron de éste verdadero evento de capacitación de Recursos Humanos. Primero porque está dedicado a ellos que hicieron el “esfuerzo” de asistir, y segundo porque de las charlas, cursos, seminarios, etc. etc  que participé en mi vida laboral, ésta fue lo mas!...y, en términos de crítico cinematográfico fue un verdadero “tour de force” (“vuelta de tuerca”); en la carrera por la capacitación al personal de la Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy, emprendida en esos arduos tiempos, por su Jefe de RR.HH.: Alfredito Abud. Aunque claro, si los protagonistas se refiriesen a aquel 2006 ya lejano versus éste reciente 2015; aquel año; no mejor aquellos tiempos serían como: “de wine and roses”
                    Pero, como prólogo: ya basta, sino la voy a hacer muy larga, vamos pues al grano…
                    Escena 1: Entra la Sole Amuchástegui a mi reducto (en realidad era de Ella y Carlitos González Pérez) donde yo “robaba minutos de PC”, habida cuenta la pobreza de mi sector que tenia todavía máquina de escribir; y me dice: “Ricardo ahí está un Señor que ya hace varios días insiste en que lo atienda el Jefe de RR.HH; pero claro, Alfredito nos lo encajó a nosotros pues somos, los encargados de evaluar la propuesta de capacitación, que nos tiene preparada éste buen Señor”.
                    Escena 2: muestra al “Señor” mas bien alto, morocho (no caucásico dirían los yanquis)…de traje marrón, camisa y corbata, situado enfrente de nosotros, escritorio de por medio: la Sole y Yo. Los lugares en donde había expuesto eran de peso: Banco Nación, EJESA, Municipalidad de Perico, y otras tantas que ya no recuerdo; por supuesto que con éxito de concurrencia (cantidad y calidad?); hecho éste, que nos ponía en un compromiso a nosotros dos, en evaluar en cuestión de minutos si el tema le interesaría a nuestro ambicioso Plan de Capacitación.
                    Una Trabajadora Social y un Jefe de Seguridad Industrial ambos con una sólida experiencia; luego de la exposición del Señor en cuestión, salieron disparados a decirle al Jefe: “a éste tipo nos lo mandó Dios!”. Con tal entusiasmo que el Jefe dio la orden de recolectar gente ya!...”Uds. dos y Yo!”. No había demasiado tiempo, pues era media mañana y la capacitación duraba por lo menos una hora y media. Instantes después comenzó a llegar gente de “los alrededores” léase: Administración de Cooperativa, y de varias de las áreas que tenían oficinas en el edificio: Contable, RR.HH., Cómputos, Agrotécnico, Compras, Comercio Exterior y Secretaria; insisto que mi memoria no me ayuda en esto; si en cambio recordaré ´para siempre algunos rostros y expresiones derivadas de la “sensación” post charla del mencionado Señor.
                    Y aquí nombro a los asistentes que recuerdo: a) Féminas: Verónica , Sandrita, Isabelita, Graciela?, Emita, Teresita, Mónica; perdón sé que me olvido de alguien pero son años!; b) Masculinos: Osvaldito, Roberto, Manuel, Willy, Sosita, Rolo y alguno de sus secuaces. En síntesis: la convocatoria había sido poco exitosa, tanto que no recuerdo que se hayan quedado a la exposición ni Carlitos ni la Sole!.
                    El Señor expuso con la ayuda de gráficos de esos antiguos que se pintaban sobre tela tipo hule (como los mapas de la primaria y secundaria); en general todo el cuerpo humano, con detalles de las partes, órganos, músculos, huesos, etc., mas diapositivas que se proyectaban desde el cañon…El Tema: era al principio no muy claro, ya que comenzó describiendo cual era la sensación del trabajador al llegar fatigado de la jornada diaria a su casa, con estrés, de mal humor y dolores musculares y de cabeza a causa de tensiones y contracturas varias. Luego apuntó a que con la técnica que nos iba a enseñar a aplicar en casa: uno mismo, su esposo, esposa, hijos, etc no íbamos a necesitar de ir a fisioterapia, ni siquiera al traumatólogo. Esto apoyado desde la pantalla por un médico creo, conocido de los Periqueños lo que le daba apoyatura profesional en un tema que luego el mismo definió como: Salud Familiar.
                    Hasta aquí la parte teórica ya se había hecho pesada, cuando de repente fue hasta un gran bolso, del cual sacó una especie de caja de material tipo cuerina blanca con bordes como los de un colchón pequeño, con un cable que salía desde una de sus caras menores; era en términos de geometría básica: un prisma rectangular, mas bien pesado, y en una de sus caras mayores un mapa de la Argentina en verde y en grandes letras también verdes podía leerse: SALUD FAMILIAR. A éste hoy singular aparato (famoso en C.T.J.) lo bautizamos después en diminutivo muy norteño: “el almohadoncito!”
                    Pidió perdón a una de las chicas que estaban sentadas adelante, enchufó en el toma mas cercano “el aparato” (desde ahora el almohadoncito) y se lo apoyó en la parte superior de la espalda creo, a Isabelita, cuyo cuerpo vibraba al son del almohadoncito; que seguro tendría un mecanismo que le permitía transmitir vibraciones y algo de calor, a la parte del cuerpo supuestamente dolorida del sufrido trabajador cuando volviera a casa. Y aquí entra como protagonista mi vehemente colaboración (bien tucumana); ya que reconocí de inmediato al “almohadoncito”, pues cuando llegaba de viaje a Tucumán pasaba antes a saludar a mi madrina vieja, quien tenía el “almohadoncito” en su living, después elegido como el lugar ideal para estar en la casa del trabajador dolorido, por éste buen Señor que le preocupaba tanto la: SALUD FAMILIAR!
                    Ya eran casi las doce del mediodía, hora sagrada para un buen “cetejotiano/a”, ya que hay que ir a comer a casa o al quincho; cuando el buen Señor hizo la pregunta “matadora”: “Cuanto creen Uds. que puede costar éste instrumento?, que aclaro muy bien no reemplaza al médico!, pero entra por la puerta grande como un auxiliar de la salud del trabajador a la hora de volver a casa buscando un merecido descanso”… Chan, Chan!
                    Seguramente mis compañeros de platea pensaron cifras de lo mas disimiles; el señor no dejó que “tiraran” una cifra; ya que de inmediato dijo algo asi como mil cuatrocientos pesos!. (creo era la mitad de mi sueldo y costaba lo mismo que un lavarropas!!). Y mientras la concurrencia no salía de su asombro el dijo que se lo podía pagar en cómodas e interminables cuotas, descontadas directamente del sueldo por el Banco correspondiente…al final la cifra fue de cincuenta pesos mensuales, en veinte cuotas. Yo desde el fondo grité quiero dos! “irresponsablemente”, pues pensé necesito uno para Tucumán y otro para la vuelta de mis continuos viajes desde Jujuy. Mientras tanto el Señor lograba que de a dos los compañeros se “aplicaran” el “almohadoncito” en distintas partes del cuerpo y evidentemente la sensación era placentera pues se anotaron para comprarlo varios.
                    La escena 3: muestra a los concurrentes a la capacitación”, alrededor del escritorio del sector Contable (Caja exactamente), firmando un papel que autorizaba a Salud Familiar a descontar directamente del sueldo la cifra de 50 mangos mensuales; ipso facto salián con el “almohadoncito” bajo el brazo. Escéptica Carmencita la Tesorera miró el “amontonamiento” de gente e informada del suceso gritó a voz en cuello: “pero, eso es como LLAME YA! de esos que venden buzones por TV!”. Inmutables los compradores se llevaban el aparatito a su casa apurados dada la hora pasado el medio dia!.
                    Escena 4: ocurre entre los 20 dias y los dos meses de la compra del “almohadoncito”, sobre todo el dia del cobro del sueldo, cuando en la boleta aparecían los 50 pesos de descuento.
Emita a RG: ingeniero no me quiere comprar el almohadoncito?, a mi me marea y a mi Mamá también!....
Willy a RG: “vos tenés la culpa RG que me clavé con ese verso, lo tengo tirado encima del placard!” (unos meses después nos enteramos que El tuvo la suerte que nunca le descontaran ni una cuota!
Isabelita en rueda de compañeras: “esa porquería de “almohadón” solo sirve para juntar tierra en el sillón del living!...en casa se rien y nadie lo usa!.
Yo en mi fuero íntimo me sentía en deuda con todos los invitados a la capacitación…días después volvía vencido a mi fisioterapeuta, por masajes! Ah! creo además haber iniciado sesiones de psicoterapia a causa de la culpa que sentía por haber ayudado al buen Señor a hacernos el “viejo cuento del Tio!”