La cama…como mudo testigo
Se siente que fue dejada de
lado. Ya hace un tiempo que está en el patio de atrás como abandonada. Sin
embargo un dia, de repente y en reconocimiento a que ella lo albergó -lo
cobijó- vino y la pintó alegremente como para darle color y vida, ya como un
objeto de decoración -casi ridículo- con ese cierto sabor que tienen las cosas
del carnaval: alegría y tristeza a la vez. Pero de carnaval rioplatense
(uruguayo) como le gusta al pintor. Las dos emociones en un solo mes del año:
Febrero.
Y a pesar de no haber sido
utilizada tal cual dice el frio significado del diccionario (ver lecho y sus
sinónimos: cama en especial); no solo cree sino que sabe, fue testigo de uno
de los tantos amores ridículos. Quizás de alguno de esos que cita Milan
Kundera en su libro -y valga la redundancia- “Libro de los amores ridículos”
(año 1970).
De lo que Ella es consciente es,
que los que la habitaron leyeron al menos en parte, el libro donde hay una
reflexión o varias sobre los contradictorios juegos del amor, el sexo y la
amistad.
Tuvo antes el color impersonal de
cama “antigua” y fue durante ese tiempo diría muy largo donde albergó a hedonistas,
adictos y codependientes protagonistas fundamentales de historias como las que
cuenta Kundera en su libro.
Por un momento dejamos de lado a
la cama y citamos a un lector crítico del libro de Kundera que dice (párrafo
quizás sacado de contexto) “La farándula de personajes hedonistas que
desfila aquí, entre nosotros, en busca de los juegos múltiples y
contradictorios de la amistad, el amor y el sexo no puede sino incitar a la
risa, atrapados como están en el mundo loco de severidad, hermetismo e
inquisición que les rodea”.
Convertida en “lecho” de amor a
fuerza de arremetidas, impregnadas más de insensatez que de riesgo derivado de
lo prohibido, de desafíos teñidos de infidelidad, de amantazgo cómplice. ¡Ella,
prefiere entonces la palabra lecho antes que cama!
Hoy se mira y reflexiona sobre
como terminó adornando el patio de atrás de la casa. ¡No sabe -sin embargo- si
está triste o no! A lo mejor prefería haber tenido otro destino. Ya que pasó
años “de vino y rosas”, de "acurrucamientos", de “arropamientos”, pero también de
llantos sinceros y de los otros. Albergó rabias, depresiones, ansiedades, sexo
del que pone la piel de gallina y del que no. Sensaciones cualesquiera de
ellas legítimas. Ya que forman parte de la vida misma -se conforma- Fue
testigo de soledades, de adicciones y codependencias. Tiene una enorme historia
que contar, sin embargo, sabe que puede llegar a ser regalada. ¡Ojalá que sea con
fines solidarios o con un cariño grande, inmenso a alguien que la merezca! Eso
piensa ahora…
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